EL MANGLAR: UN MARAVILLOSO ECOSISTEMA POR DESCUBRIR


Una reflexión a partir del caso de Cartagena de Indias

El Manglar es una de esas riquezas que posee Cartagena[1] que no han sido valoradas por sus habitantes debido a la ignorancia que existe alrededor del tema, por la falta de identidad con lo nuestro, por el interés generalizado en asemejarse a los modelos ecosistémicos de otros lugares que tradicionalmente se han impuesto como un paradigma de lo que se puede considerar paisaje natural.

El Manglar es un ecosistema con gran potencial de desarrollo. Actualmente es un recurso desperdiciado, que en estos tiempos de innovación puede tener un impacto muy importante como una forma diferente de ver la naturaleza y de crear nuevas alternativas de desarrollo para las comunidades locales.

El problema de la degradación ambiental del mangle por parte del hombre, no es un asunto de estratos económicos, pues ambos bandos, ricos y pobres, lo desconocen y por lo tanto lo destruyen de diferentes formas.

Como es típico del sistema capitalista salvaje, la población vulnerable, en especial de los países ubicados en el trópico, es mayoritaria. En vista de que estos seres humanos tienen tantas dificultades para satisfacer sus necesidades más básicas de supervivencia, y que a la vez desconocen la importancia biológica, económica y sociocultural del mangle; ven en este la solución a sus necesidades.

Como todo, nuestro mundo es un sistema donde los seres vivos nos alimentamos en cadena trófica para poder existir y mantener el equilibrio planetario. Lamentablemente estas personas que ven en el mangle una salida, carecen inconscientemente de valores ambientales que les permitan coexistir a largo plazo con la naturaleza. Íntimamente unido a este hecho, el sistema socioeconómico que los regula no les da la posibilidad de participar positivamente en el para satisfacer sus propias necesidades. Es así como la población marginada y sin formación alguna no le queda otra alternativa que valerse de lo único que tiene al frente y que muchas veces es el mangle.

Esta actitud se ve reflejado en efectos ambientales duros como la tala desproporcionada de manglares para construir sus viviendas y elementos domésticos; la concentración de desechos en áreas de manglar y por ende contaminación de las aguas producto de la falta de un sistema de alcantarillado y de disposición de residuos urbanos; la construcción de viviendas a expensas de los manglares como resultado de una mala planificación urbana o de la invasión del territorio por familias que no tiene otro lugar donde ir y se refugian en lugares apartados y escondidos como lo son generalmente los terrenos aledaños a las áreas de manglares.

“Si por ese lado llueve por el otro no escampa”, refiriéndome de esa forma a la relación que las sociedades de altos ingresos tiene con respecto al ecosistema de los manglares. El desconocimiento de las riquezas naturales que ofrece la ciudad por su posición geográfica y sus condiciones ambientales, aplican de la misma forma tanto para ricos como para pobres, y hace que el común de la población vea a Cartagena incongruente con otras ciudades que tradicionalmente no tiene manglares sino pinos, frailejones, etc.

La falta de identidad anteriormente descrita, unida al hecho de que el ecosistema del manglar se ha estigmatizado por la falsa idea de que es una planta que no hace otra cosa que traer mosquitos; han constituido una barrera sociocultural para que las personas puedan convivir con el mangle y ver en él oportunidades que hasta hoy son desconocidas.

La deforestación imparable de este ecosistema por parte de grandes almacenes de cadena son el pan de cada día en Cartagena, así como la falta de sensibilidad de los ciudadanos que viven cerca de estas zonas y ven el manglar como una maleza que no merece otro trato que el de ser arrancada. Esto sin contar las obras de infraestructura que, vehementemente, deforestan el ecosistema de manglar, a pesar de contar con una supuesta licencia ambiental mediante la cual se garantiza la conservación del entorno natural de la ciudad.

Los manglares no son ecosistemas enemigos del hombre. Según un testimonio obtenido de los habitantes del sector de la Ciénaga de la Virgen en Cartagena, a partir de la apertura de la bocana (desembocadura que une a este cuerpo de agua con el mar), se ha aumentado la fauna y flora tanto acuática como terrestre asociada al manglar, han desaparecido los malos olores y disminuido en casi un 50% el mosquito[2].

Muchos de los cartageneros desconocen a plenitud las funciones que estos bosques realizan en la naturaleza y el valor incalculable para los seres humanos. Si iniciáramos una campaña en aras de ampliar (o más bien cambiar) la perspectiva de la población cartagenera acerca de los manglares, utilizando cualquier forma de comunicación y, que en ella se subrayara, que los manglares amparan las grandes y pequeñas pesquerías, que de ellos depende en gran parte la salud del segundo ecosistema de mayor biodiversidad, los arrecifes de corales, que además de peces estos bosques albergan otros grupos de especies como: aves, insectos, reptiles, mamíferos, orquídeas, etc., que siendo su distribución a lo largo de las costas y a manera de barrera podrían brindarnos una excelente protección contra las enormes olas o los fuertes vientos y que también, por la propiedad esponjosa de sus suelos podría absorber gran cantidad de agua depositada por las fuertes lluvias y de esta manera evitar inundaciones, en otras palabras, si diéramos a conocer las funciones más relevantes de este ecosistema para el medio ambiente, hoy día tendríamos una extraordinaria cantidad de personas poniendo en práctica una amplia variedad de esfuerzos por mantener intacto este sorprendente ecosistema[3].

Esta reflexión también me lleva a proponer estrategias de mejoramiento que deben apuntar principalmente a dos objetivos que son, primero, transmitir los conocimientos que se tiene acerca del manglar a la comunidad, de tal manera que las personas de todos los niveles económicos encuentren identidad y sentido de pertenencia por este importante recurso natural, propio de la región que habitan. Segundo, desde el gobierno, la academia y demás estamentos de desarrollo sectorial y regional, se deben generar nuevas dinámicas en la relación hombre-mangle, esto será posible a partir de la puesta en marcha de planes de desarrollo fundamentados en los resultados de investigaciones interdisciplinarias, con el respaldo de políticas públicas formuladas en el marco de una cultura de sostenibilidad.

Si bien es cierto las acciones antropogénicas han deteriorado mucho este ecosistema, las mismas acciones antropogénicas pueden tener un impacto positivo para el medioambiente, al inducir a la población en procesos estructurados de educación ambiental.



[1] De acuerdo al World Mangrove Atlas, los manglares están ampliamente confinados a la región comprendida entre los 30º Norte y Sur del Ecuador, con notables extensiones mas allá de éste al norte en Bermuda (32º20’ N) y Japón (31º22’ N) y hacia el sur en Australia (38º45’ S), Nueva Zelanda (38º03’ S) y la costa este de Sur África (32º59’)

[2] Establecimiento Público Ambiental EPA Cartagena. Caracterización de los manglares localizados en los caños y lagunas interiores del perímetro urbano de la ciudad de Cartagena de Indias.

[3] Morales, Jorge. Manglares: ecosistemas desconocidos, 2007 En: http://mensual.prensa.com/mensual/contenido/2007/01/26/hoy/opinion/869675.html